lunes, 22 de noviembre de 2010

Sinceramente...

Harta. Harta de tanto puto sentimentalismo, tanta lluvia, tantas habitaciones y pasillos, tantas líneas mediocres, tantas risas falsas, tantas pocas ganas de nada, tanta jodida desesperación. En días como hoy las palabras son ceniza en mi boca. Valen menos que nada.En días como hoy sólo siento apego al papel y al carboncillo...Cuando sólo un simple lápiz es capaz de gritar todo lo que una boca calla...Ah, si...lo olvidaba. También odio esa estúpida metáfora del silencio incomprendido. Odio cada cosa que sale de mí. Cada palabra, cada risa, cada suspiro...Odio mi rostro desmaquillado frente a un espejo. Odio al mismo espejo cada vez que me reflejo en él. Odio mis limitaciones, odio mi jodida mediocridad. Odio... tantas cosas...me repugnan tantas cosas y tanta gente... Que tengo miedo de que media vida se me hunda en un charco de rencor y se escape por el desagüe.
Adoro por el contrario la falsedad de mis cien capas de maquillaje. Cien máscaras de vanidad frente a cada trozo de cristal que me devuelva reflejo alguno, mientras miradas perplejas y estúpidas se clavan en mí, y yo contesto con sonrisas falsas. Adoro deshacer los reflejos al pisar los charcos con fuerza en las húmedas calles; cuando recuerdo que aquí nada vale nada, cuando pienso en el enorme esfuerzo que debo hacer para no regurgitar mis nervios y mis depresiones, cuando pienso en el asco que se siente por el resto de la humanidad y el que se guarda a uno mismo...
Hoy es uno de esos días en los que; para ser sincera...Me importa un carajo todo y todos. Uno de esos días en los que me tiendo sobre la cama con los brazos extendidos y miro hacia el techo con la pupila perdida en sueños que nunca soñé...Dejando escapar las horas por entre mis dedos...

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