martes, 21 de diciembre de 2010

Rosas de papel

Hoy llovió. Llovió como nunca antes había visto llover en mi vida.Y salí...Salí a la calle arrastrando los pies contra el asfalto, y tratando de no pisar las grietas que decoraban el suelo de forma cuadriculada. Salí a la lluvia...como los pequeños caracoles que se deslizan bajo las hojas. Los frágiles y lentos caracoles. Caminé saltando levemente en los charcos, distorsionando los procelosos reflejos que ofrecían. Absorta en el pueril pasatiempo;no advertí una débil presencia interna en una de las húmedas callejas de piedra que penetran el casco antiguo de la ciudad. Me detuve en seco al oir en el lugar la embriagadora melodía vomitada por un violín. Era tocado con pasión y afecto;como si estuviera siendo acariciado por hábiles finas manos nacaradas...No como enloquecedoras cadencias tocadas por toscas manos que se antojan a sí mismas pasionales, no era un compás violento, no era algo brutal ni impactante.Simplemente eran suaves acordes que resbalaban por el húmedo empedrado como las gotas de lluvia;peleando por cual llegaría antes a mis oídos.Suave, fino,melancólico...cristalino. Cuando llegué al origen de aquel sonido, miré fijamente a su portador. Miré con curiosidad; al igual que el infante que intenta comprender las simples incógnitas que se le presentan.Observé al hombre, y él me observó a mí. Una gota de lluvia resbaló por mi nariz.Él sonrió. Una sonrisa blanca y sincera...Tenía la mirada melancólica del artista callejero, el maquillaje blanco y negro;minuciosamente aplicado sobre el rostro. Diáfana mirada triste, rebelándose contra los sediciosos labios curvados en una inocente sonrisa. Busqué un comentario salido de su garganta,pero se mantuvo estático y en silencio.
-Llueve-. le dije señalando el grisáceo y emborronado cielo trabajado a carboncillo.Asintió.
-Es bello..._ Y empezó a mover sus níveas manos en su pequeña bolsa._Nadie tiene en cuenta las cosas bonitas y frágiles...
Y depositó entre las mías una pequeña rosa de papel. Volvió la lluvia a caer violentamente sobre nosotros, borrando la pintura d su rostro. Me cogió de las manos y dimos vueltas lentas y dementes bajo el aguacero...Nada importaba en aquellos momentos.Y así cada día lluvioso...esperábamos y sin mediar palabra todo volvía a empezar; mis manos se cubrían con pintura y rosas de papel, mientras yo lo obsequiaba con besos en la frente.Un día sin más...el artista no volvió.Su violín manchado de sangre fue lo único que quedó en aquel paraje que tantos recuerdos atenazaba entre sus garras. Y aún ahora todas las noches le dedico las lágrimas más amargas... y termino despertándome con docenas de aquellas frágiles rosas enredadas en el cabello...