martes, 22 de diciembre de 2009

Itzi in Deathland (What can you see in the mirror?)

... Corrió por un estrecho corredor, con paredes deformes y un suelo engalonado de baldosas blancas y negras. El eco de sus pies descalzos explotaba entre las paredes de aquel extraño pasillo. Miró hacia atrás, ni una luz parapadeó en aquel oscuro fondo, durante su escrutinio. Continuó adelante, pasando las manos por talladas superficies que la rodeaban, hasta que; cercana ya al final de aquel pasillo, vislumbró un breve destello de plata. Miró hacia arriba, y vio que el techo parecía ahora mucho más bajo que al inicio de su recorrido. NO encontró una sola puerta que la guiara a cambiar de dirección, o siquiera seguir adelante... Fijó por un instante sus ojos en el frente, y vió una superficie cristalina, con forma ovalada. Se vio así misma ataviada con aquella especie de camisa; que tan familiar le resultaba, descalza, con los cabellos encendidos cayendo en espiral sobre su espalda. Se devolvió la mirada; violenta, fría, casi odiosa, reprimiendo una mueca de repulsión, y alzó la mano, paseando sus dedos por la gélida superficie, mientras su reflejo la imitaba. Se arrodilló enfrente del cristal, sin apartar la mirada de aquel reflejo, idéntico a ella, que la miraba con una mueca de desprecio en los labios. Y se sintió como un Dorian Gray que contemplaba su soberbio retrato; el cuál le devolvía aquella mirada de crueldad y repulsión. Reprimió un escalofrío, y fijó los ojos en los que la miraban desde el espejo...Idénticos a los de ella, a excepción de los tristes matices dibujados con sarcasmo en el cristal de su retina, los labios torcidos en un gesto de superficialidad, y la marmórea expresión de dolor que ella veía en el reflejo. Fue repasando esos rasgos cuando su imagen la miró con los ojos abiertos de par en par, y le dedicó una sardónica sonrisa... QUiso retroceder, pero aquel espejismo de su ser le agarró el brazo, atrayéndola hacia el cristal. Cayó de bruces contra un suelo helado, frente a una copia de sí misma, perfilada de pena y patetismo... Se incorporó y sintió un pitido continuo, una sucesión de breves notas monocordes, que se expandían por aquel paraje, cada vez más rápidas...Y al final los pitidos se volvieron uno solo, continuo y largo. A continuación sintió una fuerte presión en ambos lados del pecho, y un fuerte cosquilleo por todo el tronco...Instintivamente miró a su alter ego, y este se llevó una mano al corazón, mientras cerraba los ojos con lentitud. Miró a su alrededor, y contempló con horror la bizarra escena; gente que le resultaba familiar, otros que vagamente recordaba, y otros que no conocía de nada; caminaban con la mirada extraviada en el frente, en silencio, algunos iban de la mano, y otros deambulaban solos por aquella extensión de lápidas y tumbas... En plena procesión algunos se quedaban estáticos; casi catatónicos, con los labios entreabiertos murmurando palabras inteligibles, mientras derramaban lágrimas de sangre que hacían crecer espinos rebosantes de negras flores... Miró desorientada a su reflejo, que se encogió de hombros, y bajó la cabeza. Siguió observando aquel macabro espectáculo: niños, ancianos, jóvenes, y hombres y mujeres maduros vagaban desorientados entre lápidas y nichos, entrando y saliendo de los mausoleos, llorando desconsolados sin emitir sonido alguno.UNos pasaban frente a ella indiferentes, con una soga atada al cuello, las venas escocidas por el roce de la aguja o las muñecas cortadas... Caminó entre aquel silencioso caos, hasta que su siniestro doble volvió frente al espejo... Cuando se asomó, se vió a sí misma, en medio de una blanca habitación, llena de aparatos. Estaba tendida sobre una camilla, con aquella camisa que tanto le sonaba... los rojos cabellos esparcidos por la sábana, ojos en blanco, mientras la sangre salía a borbotones de su boca... aquellos pitidos que anteriormente había oído, se convirtieron en uno... Su corazón dejó de latir... La imagen del vano intento de reanimación, de la sábana cubriendo su rostro... la golpeó como un mazo... VOlvió la vista hacia su reflejo...Pero había desaparecido, y cuando volvió a mirar en el interior del espejo, allí estaba su cristalino retrato; esta vez, con mirada impasible, perdida en un vacío infinito, como si nunca hubiera existido realmente... Intentó volver por el espejo...y la angustia la devoró al descubrir que se había vuelto un espejo normal y corriente, reflejando su nuevo yo: demente, desesperado, con la camisa del hospital llena de sangre, y las lágrimas manchando de rojo su rostro... Presa del dolor y la ansiedad, un grito desgarrador reventó su garganta, mientras caía de rodillas frente al espejo, hecho pedazos...

domingo, 13 de diciembre de 2009

El cementerio de los amantes.

... BAjó las escaleras de piedra, sintiendo el granito en los pies descalzos; blanca como una figura de cera, sus ensortijados bucles de ébano se retorcían sobre la tersa frente. Atravesó la fría bóveda de piedra, mientras deslizaba sus manos sobre las muescas de la roca, y quiso ahogarse en el sonido de la lluvia al caer, al estallar sobre la piedra. Caminó liviana, etérea, envuelta en una neblina de gasa negra, que se elevaba a cada movimiento de su cuerpo, como la brisa del mar levanta las tenues ondas... Frente a ella, se alzaban ángeles rotos, olvidados por el tiempo, devorados por las hierbas y los espinos. Ataviados por un manto de musgo y pequeñas flores, que se deshacían al tacto humano, mientras diamantes caídos del cielo se deslizaban pos entre los pliegues de sus pétreos ropajes, bañando su rostro; esculpido por la tristeza. Cerraban los ojos, y sus rostros firmes y eternamente jóvenes, se desvanecían en penosas máscaras de angustia y tristeza; hundiendo sus miradas en la tierra, portadora del polvo de los años. El viento devoraba sus alas rotas, mientras las gotas de lluvia destelleaban sobre el rostro marmóreo, cubriéndolo de lágrimas de puro cristal. Sus pétreas manos se crispaban cruzándose sobre el pecho, o bien; posadas sobre el corazón en un doloroso amago de agonía, mientras sus miradas se dirigían al cielo n una plegaria desesperada... Mientras, otras se clavaban en la tierra que cubría las tumbas que custodiaban. El viento arrastraba pétalos de flores muertas entre las lápidas, devolviendo los suspiros de la ánimas al aire, los llantos de los ángeles caídos se elevaban por encima del canto de la lluvia, y ella se adentró en aquel laberinto de lamentos, mientras la lluvia perlaba su negro cabello de diamantes. Caminó pausada, rozó con las llemas de los dedos el rostro y los labios de aquellos ángeles, las gotas de lluvia de su rostro se mezclaron con la sal de sus ojos, y estos; cambiaban de dirección, siempre fijos en ninguna parte. Arrastrada por el viento y la lluvia; se deslizó por todas aquellas representaciones del dolor, mientras sus pies se llenabas de sangre y espinas... mientras el viento engarzaba a sus vestiduras pétalos de blancas rosas, y lirios secos...mientras la lluvia entonaba su melodía para las ánimas; en aquella tarde gris y oscura, ella danzó flotando entre las tumbas, ella; inmortal, irreductible... Y a la vez muerta por dentro, buscaba a su ángel en creciente desasosiego; soñándolo respirar. Fue entonces cuando, sus ojos quedaron fijos en otros... Esculpidos en viva y palpitante piel marmórea, cubierta por negros mantos de terciopelo. Y fue al acercarse cuando vio sus alas, mas... no era un Luzbell, no era un Gabriel... Su corazón palpitaba en una herida abierta, mas no era creación de manos ajenas...Lo que era, no le importó, se hundió en los pétreos ojos llenos de congoja...Vagó por sus helados labios en una súplica por eternidad... moría y volvía a nacer al sentir el frío tacto que la atravesó como un torrente de gélidas aguas, y mientras; las lágrimas fueron el sustento de los dos. Y en la calma; el sueño llegó, cayendo desplomada a los pies del amado, mientras él arrodillado ante ella; la cubre con sus alas. Aún ahora, el viento llena los fúnebres ropajes de la que descansa a sus pies con pétalos de rosas, lirios, y orquídeas... Mientras su ángel; ya de piedra y devorado por el tiempo; la cubre de besos, protegiendo su cuerpo incorrupto, y conviertiéndolos en llanto eterno.